martes, 7 de mayo de 2019

Relato de un Venezolano apunado en la cumbre del Cerro Penitentes (Mendoza, Argentina).

Una pregunta me ha acompañado todos estos días, desde el 20 de abril de 2019 hasta hoy:
¿Por qué no hubo hasta hoy ascensos documentados de Venezolanos al Cerro Penitentes?

El Cerro Penitentes se encuentra en la Provincia de Mendoza, (Argentina) en la Cordillera de los Andes. Tiene una elevación de 4.351 msnm y un desnivel de 1.891 metros verticales desde su base, que bordea la Ruta Nacional número 7, carretera trasandina que finaliza en la frontera con Chile. Se considera de una dificultad leve a moderada y es un ascenso ideal para comenzar la alta montaña argentina, por su fácil acceso a agua potable durante casi todo el recorrido y su escasa exigencia técnica. Recibe su nombre debido a las formaciones rocosas que tiene en su cara Noroeste, similares a monjes en penitencia.

Este ascenso comenzó realmente en octubre del 2018, cuando decidí retomar las actividades de montaña. Ya había tenido algunos escarceos en Ushuaia (Tierra del fuego - Argentina), pero sería imperdonable que teniendo la Cordillera de los Andes "para uso y disfrute" no hubiera intentado una cumbre "de las de verdad". Me puse en contacto con Argentina Extrema, una empresa de deportes extremos radicada en San Isidro (según mis planes "para subir el Aconcagua") y me sugirieron empezar por algunas cumbres de entrenamiento. De allí salió el Cerro Penitentes. 
Me cerró la fecha para la semana santa de 2019, y me subí a un avión rumbo a Mendoza, el 17 de abril. 
El 18 a la mañana nos recibió Daniel "Roger" (por Roger Rabbit) Candiani, un Guía de Montaña con 24 años de experiencia y que se conoce la Cordillera como la palma de la mano. Junto con Fátima  y Jonathan, eran los Masterminds de la expedición desde el punto de vista técnico y logístico. Se  fue completando el equipo que iba llegado al punto de salida, un grupo de gente super agradable desde el primer momento. Además de nuestros guías y Santiago, otro Mendocino muy copado que nos condujo al sitio de inicio, vinieron con nosotros: Ana, Belén, Diana, Mercedes, Nestor, Marcelo y Pablo. El ascenso lo iniciamos 11 personas que pasaríamos 4 días juntos en uno de los paisajes más hermosos del mundo: La cordillera de los Andes. 

El Cerro Penitentes (4.351 msnm) visto desde la RN7. (foto: FMM).


El primer día Roger decidió que lo ideal era aclimatar un poco antes de iniciar el ascenso real, y montamos campamento al pié de la montaña. (2.760 mts según Wikiloc). Cena, bebidas calientes y a dormir. Volver a dormir en saco y tienda de campaña fue como recuperar un gusto adquirido que estaba perdido por los años y por las costumbres y los sommiers capitalinos. 


Día 2: Ascenso al refugio Grajales (3.300 msnm aprox). Trekking y porteo de cerca de 6 horas desde el primer campamento hasta el Refugio de Montaña que lleva el nombre de uno de los padres del montañismo Argentino, miembro de la primera Expedición Argentina al Himalaya (Daulaghiri) en 1.954 y además el primero en crear una empresa de servicios al Aconcagua, Fernando Grajales. (1924-2004).

Refugio Grajales (3.300 msnm aprox). foto:FMM
Una de las cosas más importantes que aprendí en este ascenso, y que era un viejo defecto que arrastré desde Venezuela, es no llevar más peso del absolutamente necesario. Esto no significa no tomar precauciones en cuanto a qué llevar; significa llevar todo lo necesario en las proporciones correctas. Minimizar el peso inútil que debemos portear evita el cansancio excesivo tanto en el ascenso como en el descenso. Por ejemplo: En vez de llevar un frasco de vidrio de 180 gramos con café, es preferible llevar café en bolsitas, como se usa el té. Multipliquen eso por 30 items, y verán que se ahorran un par de kilos. En la montaña todos los excesos de peso se pagan, de una u otra manera. Como me tocó compartir tienda con Marcelo (y que esa tienda fuera la alacena de la expedición) nos dividimos el peso de la tienda entre los dos, además de llevar algunas ollas y quemadores para cocinar. Durante el almuerzo vimos una pareja de Cóndores acercarse a donde estábamos, curiosos como todos los carroñeros. Hermoso espectáculo que no se ve todos los días.  
Cóndores en vuelo, Quebrada de Vargas (foto:FMM) 

Luego de llegar al refugio y armar las tiendas, pasamos el resto de la tarde descansando e hidratándonos, para aclimatarnos a la altura. Cena con guiso de lentejas, bien calórica para el ataque a cumbre que se venía al día siguiente. Bebidas calientes y a la tienda. A Dormir!

Antes de amanecer el 20 de abril, ya estábamos en pie. Con mucho frío, desayunamos café con tostadas y dulce de leche, además del tradicional e imprescindible mate cocido y té negro. Apenas salió el sol, Roger nos reunió para darnos las instrucciones sobre el ataque a cumbre, cómo respirar y cómo regular la energía en el ascenso. Y a las 8:05 de la mañana iniciamos el serpenteante camino que nos iba a llevar a la cumbre. 

Al principio, íbamos a buen ritmo (Roger es un maestro en calcular los tiempos) y llegamos a la base del escalón (4.000 msnm) con buen ánimo y mejor clima. Tuvimos un pequeño snack en ese lugar y continuamos subiendo. Ahí empezaron mis problemas. Estaba muy bien a nivel de resistencia en las piernas, pero no podía respirar todo lo bien que quería. Para poder respirar medianamente bien, tuve que bajar el paso, y levantar la cabeza para abrir las vías. Jonathan se quedó conmigo, mientras el resto del grupo seguía camino. Yo tuve que parar de un todo alrededor de los 4200 metros porque me terminé de descomponer y tuve una pequeña "emergencia estomacal" a esa altura. Luego de un ibuprofeno y un caramelo, seguí camino hasta que al final de un repecho tuve la cumbre a la vista. 

Aproximadamente 15 minutos después me uní a la celebración en la cumbre. Alguna lágrima se escapó por ahí, por lo cerca que estuve de no lograrlo. Al final, todo se reduce a lo siguiente: La montaña se empieza con las piernas y se termina con la cabeza. 
Todo el grupo en la Cumbre del Cerro Penitentes. (4.351 msnm)
Parados, de izquierda a derecha: Marcelo, Néstor, Fran, Fátima (en la cruz) Jonathan, Ana y Pablo.
Sentadas de izquierda a derecha: Mercedes, Diana y Belén. Foto de Daniel  "Roger" Candiani.


Ahora bien: 

La descompostura que sufrí por culpa de una inoportuna Hipoxia se llama MAM. Voy a citar a Wikipedia para que nos ilustre de qué se trata:
"El mal agudo de montaña (MAM), llamado coloquialmente mal de alturamal de páramosorocheapunamientopuna o babiao es la falta de adaptación del organismo a la hipoxia (falta de oxígeno) de la altitud. La gravedad del trastorno está en relación directa con la velocidad de ascenso y la altitud alcanzada. De manera inversa estos síntomas normalmente desaparecen al descender a cotas más bajas. Ocurre normalmente a partir de los 2.400 metros de altitud,1​ hasta la denominada «zona de la muerte» a los 7.500 metros de altitud.
Suele aparecer a partir de exposición a la hipoxia y es más frecuente en menores de cincuenta años y en sujetos que residen habitualmente a menos de 900 m. de altitud. (Negritas mías).
La principal causa de esta aflicción es la hipoxia (falta de oxígeno en el organismo). La presión atmosférica disminuye con la altura, lo que afecta a la biodisponibilidad del oxígeno, ya que los alvéolos pulmonares no son capaces de transportar la misma cantidad de oxígeno a la sangre que ante una situación de mayor presión. Aunque se sabe que la hipoxia es la causante del MAM, el mecanismo exacto por el que ésta lo provoca todavía es desconocido".

Los años sin subir me afectaron, y el MAM se cura con una sola cosa: más Montañas. Aclimatación, aclimatación, aclimatación. Cuando descendimos al refugio, ya no tenía problemas físicos de ningún tipo. El descenso tuvo mucho viento y mucha piedra suelta, que con calma se pudieron librar sin incidentes que lamentar.  A la noche, descansamos y nos comimos una olla de spaghettis con salsa y queso que sabían a gloria. Luego, nos acostamos un poco más tarde, con mucho viento. Fue una noche mucho más fría que las anteriores, al punto de que el techo de la tienda estaba lleno de hielo a la mañana siguiente y los pequeños  arroyos que rodean el campamento estaban parcialmente congelados. 
El domingo en la mañana nos levantamos, desayunamos liviano, desarmamos el campamento y regresamos al punto de recogida donde nos esperaba Santiago con unos espectaculares choripanes. De vuelta a Mendoza, cada uno tomó su camino a casa, esperando un nuevo ascenso.

No sé con 100% de certeza si soy el primer Venezolano en hacer esa cumbre, pero sí puedo dejar testimonio de la experiencia inolvidable que vivimos durante esos 4 días y recomendarla.
Gracias a todos los chicos de Argentina Extrema,  Roger, Fati y Jona, al resto de los muchachos por la muy grata compañía, y a la montaña por dejarnos estar con ella y con buen clima.

Nos leemos la próxima. Un abrazo.

La foto de cumbre.
















martes, 16 de abril de 2019

Comienza un nuevo ascenso. Gracias por entrar a mi Blog.

Es extraño... Desde niño he sentido una atracción por las montañas y por escribir, pero nunca combiné ambas. Tal vez porque ando medio reñido con todo el tema tecnológico y esto de tener un Blog abierto es medio intimidante, tal vez porque he perdido demasiado tiempo tratando de cambiar el mundo en vez de disfrutar de mi pasión por la Montaña.

Tengo cientos de experiencias vividas en media montaña, en mi Venezuela natal. El Pico Naiguatá, (2.765 msnm) en la Cordillera de la Costa fue mi sitio predilecto durante una buena parte de mi etapa final en el país, al punto de que últimamente lo ascendía con 15 días de separación entre ascenso y ascenso. Sin mencionar el Pico Occidental (2640 msnm) y El Pico Occidental (2475 msnm) en la misma Cordillera, todos contenidos dentro de los límites del Parque Nacional El Ávila, majestuosa montaña que bordea Caracas.

Luego, me paseé por algunas cumbres menores de Tierra del fuego, al extremo sur de Argentina. Lo hermoso es que lo hice en invierno, lo que agregó un ingrediente interesante a alguien nacido entre las franjas intertropicales: La nieve y el frío.

Claro que venir a Argentina sumó mucho a mi pasión por la Montaña; tuve, tengo y tendré la oportunidad de acceder a Cumbres más interesantes, como por ejemplo la que inicio mañana 17 de abril de 2019: El Cerro Los Penitentes (4.356 msnm) en la Cordillera de los Andes. ¿Seré el primer Venezolano en llegar ahí? Seguramente no, pero es difícil conseguir data al respecto. De lograr la cumbre, me encantaría saber quién me antecedió.

¿En lista? Todas las cumbres que pueda lograr. Por ahora el Aconcagua en enero de 2020, porque Penitentes será una cumbre de entrenamiento, aclimatación y acercamiento a la alta montaña.

Adicionalmente, siempre le hago seguimiento a expediciones que me resultan interesantes por lo complicadas, por lo hermosas y por lo retadoras que puedan llegar a ser.
Espero que me acompañen a vivir la experiencia desde las letras.
Un abrazo.

Cumbre del Pico Naiguatá (2765 msnm).
Abajo, Caracas, la Capital de Venezuela.